el placer del pequeño hurto

Cuando se presenta la oportunidad de llevarte algo que no es tuyo es como un latigazo que te recorre el cuerpo. Ya lo has decidido, miras rápidamente alrededor; el corazón late apresuradamente, casi desbocado; vas a alargar el brazo y hacerte con esa pequeña pieza.Y, antes de que lo vuelvas a pensar, ya es tuya. Lo ocultas donde se te ocurre. Ya no te interesa nada más, ni sabes ya por qué estás ahí. Sólo quieres salir, llegar rápido a un lugar seguro, meter la mano en el bolsillo y mirar la pieza que te has cobrado.
Y entonces, sientes el placer de haber conseguido algo por la cara. Te felicitas por lo bien que lo has hecho, y sobre todo por haberlo conseguido con impunidad. Y, aunque pasas página, no puedes ignorar un cierto poso de remordimiento y aún de tristeza.

Pero si cuando se presenta la oportunidad eres consciente de que, aunque podrías hacerlo fácil, rápido y con absoluta impunidad, puedes también no hacerlo, entonces, el latigazo en el cuerpo termina en relax total, el corazón late a su mejor ritmo. Y decides no hacerlo. Cualquier lugar es seguro, y puedes mirar tus bolsillos para sacar la no-pieza conseguida.
Y entonces sientes la satisfacción de haber hecho una elección, tu elección, lo que realmente quieres y sabes que debes hacer. Y, aunque más tarde te reproches no haber conseguido una pieza fácil sin riesgo, percibes claramente que queda en tu corazón un poso de gozo permanente.

El dharma implica no actuar simplemente porque se tenga la oportunidad de hacerlo. O algo así.

1 comentario:

  1. Creo que tienes razón, nada mejor que elegir el camino, ser consiente y dueños de nuestros acciones y no esclavos de los instintos.

    un abrazo fraternal
    un saludo

    ResponderEliminar